miércoles, 24 de enero de 2007
Mas Ricos y Mas Gordos - Capitulo 2
Fuente: www.revistafusion.com
CAPITULO 2
Texto: Carolina Fernández

La memoria nos juega malas pasadas. Por un lado, todavía asociamos la obesidad con la salud y con la riqueza. El subconsciente nos delata: consideramos que un bebé orondo es sinónimo de un bebé sano. Y todavía permanece en la memoria histórica de nuestra sociedad la asociación de delgadez y enfermedad, debido al recuerdo de épocas de escasez.

A la vez, conviven otros valores que asocian la delgadez con el éxito social, la autoestima, la facilidad para las relaciones, la belleza y hasta el desahogo económico. Los medios de comunicación nos muestran un ideal estético que está fuera de la realidad, ya que en España la mitad de la población excede de la talla 46, la cuarta parte hace algún tipo de régimen y sólo un 42 % presenta un peso considerado como normal. Esta convivencia de valores se hace difícil en ocasiones y puede acabar provocando otros problemas, como por ejemplo la anorexia y la bulimia.

A nivel internacional, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), han mostrado su preocupación ante el número creciente de personas que mueren anualmente por enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y la obesidad. Por este motivo, a mediados de 2003 hicieron públicos los resultados de un informe encargado a expertos independientes, en el que se recomienda seguir una dieta basada en el bajo consumo de alimentos muy energéticos ricos en grasas saturadas y azúcar, y en la ingesta abundante de frutas y hortalizas, así como un modo de vida activo. Proponen limitar la ingesta de grasas saturadas y trans, azúcar y sal, y señala que esos ingredientes se encuentran frecuentemente en tentempiés, alimentos preparados y bebidas. En 2001, estas enfermedades representaron aproximadamente el 59% de los 56,5 millones de defunciones comunicadas en todo el mundo.

La OMS advierte que muchos de estos fallecimientos obedecen a factores de riesgo que podrían prevenirse fácilmente, como la tensión arterial alta; niveles de colesterol elevados; obesidad y la escasa actividad física. Un cambio que se ha observado en los últimos años es que cada vez más personas sufren enfermedades crónicas en los países en desarrollo. Esto se debe al creciente desarrollo urbano, provocado por el hecho de que los habitantes de las zonas rurales abandonan el campo y se dirigen a las ciudades. Por alguna razón, los habitantes de zonas urbanas son más propensos a seguir dietas muy energéticas, ricas en grasas saturadas y carbohidratos refinados.
La obesidad constituye un importante factor de riesgo para muchas enfermedades. Por ejemplo, la aparición y el desarrollo de la hipertensión; de hecho, se calcula que aproximadamente el 50% de los hipertensos son obesos. También se ha relacionado con el aumento de la diabetes mellitus y con un mayor índice de mortalidad en determinados tipos de cáncer.

Las personas obesas tienen tendencia a presentar problemas debido al exceso del denominado popularmente "colesterol malo" y concentraciones bajas del "colesterol bueno". También es frecuente que padezcan trastornos digestivos; exceso de ácido úrico, con el consiguiente riesgo de sufrir ataques de gota; enfermedades respiratorias, como las apneas durante el sueño. Tienen además dificultad para movilizar la caja torácica, lo que conlleva una reducción de la capacidad pulmonar. Por su parte, el esqueleto no está preparado para arrastrar un gran sobrepeso, por lo que son frecuentes los problemas óseos. Las articulaciones se resienten y degeneran más rápido, produciendo artrosis en tobillos, rodillas y caderas. En edad de crecimiento, puede deformar los huesos.

Además de todo esto, la obesidad es uno de los más importantes factores de riesgo en el caso de enfermedades cardiovasculares. El doctor Valentí Fuster, uno de los cardiólogos más prestigiosos del mundo, habló este verano durante los cursos de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de forma contundente, anunciando que se avecina una epidemia cardiovascular a nivel global, una enfermedad de las sociedades desarrolladas, en la que la obesidad es un factor clave.

OCIEDAD SE SIENTA A LA MESA
Jesús Contreras es Catedrático de la Universidad de Barcelona, miembro del Grupo de Estudios Alimentarios y experto en consumo de alimentos. Sostiene que la cantidad de alimentos que puede ingerir el ser humano está
fuertemente influenciada por presiones culturales, sociales y psicológicas.

-¿Qué importancia tiene en el mundo desarrollado la relación entre alimentación y salud?

-Hoy día, los científicos de la nutrición de los países "occidentales" destacan la importancia de la relación entre alimentación y salud. Con la abundancia propia de los países industrializados, los problemas de salud se han desplazado desde aquellos relacionados con la desnutrición, como el raquitismo, hacia los relacionados con la sobrealimentación, hasta el punto de que los profesionales de la sanidad hablan de un empeoramiento de nuestros hábitos dietéticos. Este empeoramiento se concreta, entre otros aspectos, en un consumo excesivo de
calorías y en el sobrepeso correspondiente, que es considerado un "factor de riesgo" que es necesario reducir para prevenir numerosas enfermedades, sobre todo de carácter cardiovascular.

-¿Qué valoración se le da a la alimentación en nuestra sociedad?

-El valor social atribuido a la alimentación, a la salud y a la belleza física ha aumentado constantemente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. En definitiva, nuestra sociedad occidental parece muy preocupada por las grasas en el cuerpo y por las calorías. La cultura de masas, productora desenfrenada de imágenes, nos da a admirar y a envidiar los cuerpos juveniles y esbeltos mientras los cuerpos reales parecen perder el aliento, la mayoría de las veces en vano, por perseguir esos modelos soñados o impuestos. Las estadísticas lo muestran: en los países más industrializados, un gran porcentaje de la población se sueña delgada.

-¿Puede decirse que hay enfermedades propias de los países "ricos"?

- Últimamente, el núcleo de la investigación sobre el consumo alimentario se ha dirigido hacia los problemas de alimentación y salud relacionados con las condiciones de vida propias de las sociedades modernas industrializadas y de abundancia. Una de las preocupaciones más importantes es la de la obesidad y sus corolarios, las llamadas enfermedades del bienestar como las cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Los llamados "desórdenes alimentarios", como la obesidad o la bulimia y la anorexia nerviosa, abarcan un amplio espectro. Lo más probable es que no hubieran ocurrido en sociedades sin una oferta de alimentos estable y abundante y en las cuales los estándares de salud y de belleza se han mezclado considerablemente.
 

 

posted by Sara Rivera at 13:17 | Permalink | 0 comments